El Tanatorio de Alcorcón se concibe como un contenedor de planta romboidal que gana identidad a partir del diseño de transparencias en las fachadas. Un trazado geométrico descompone la fachada en un juego de opacidades y vidrios espejo que aportan luz a los espacios interiores sin renunciar a la privacidad de los usuarios del edificio.
Además, el edificio dialoga con el entorno de ciudad más próximo generando una serie de jardines y espacios urbanos que derivan en una transición directa con calle y por consiguiente, con el resto de la ciudad.