Los edificios de la manzana residencial PE-2 tienen como seña de identidad su fachada, compuesta de cinco materiales diferentes (piedra caliza, pizarra, hormigón mortero monocapa y vidrio) y en la que se produce un juego de volúmenes y de colores gracias a los vuelos de las tarrazas y sus superficies. Los edificios están coronados por la vegetación y las pérgolas que se alternan en los áticos, generando un jardín en cubierta que tiene un gran protagonismo en la percepción visual del conjunto. Las viviendas se organizan en bloques de manzana cerrada, habilitando un espacio comunitario en el interior para el esparcimiento de los usuarios. Estas estrategias consiguen dar identidad al edificio, minimizando la sensación de manzana cerrada y haciendo que el transeúnte perciba una fachada con relativo movimiento.