La máxima del proyecto consistía en una reforma de la fachada de un edificio de uso industrial mediante una actuación que consiguiera dotar al edificio de una renovada y rompedora identidad con un coste económico limitado. Para ello se optó por una solución que cambiara totalmente el aspecto del edificio sin renunciar a su esencia de edificio industrial, manteniendo a la vista el material original (ladrillo) y la composición de huecos. Respetando la fábrica de ladrillo preexistente, ésta se tiñe de negro a base de un revestimiento con base cerámica y propiedades de aislante térmico, incorporando a los huecos unos recercados de aluminio anodizado con una graduación de diferentes colores en su parte interna, generando una secuencia cromática dinámica en los huecos que resalta especialmente sobre el fondo macizo oscuro.